La sexualidad es intrínseca al cualquier ser vivo, y es irreal que esta se pueda controlar totalmente, más aún en la edad de la adolescencia, donde las hormonas controlan el cuerpo y sobre todo el comportamiento. Entonces proponer herramientas de educación, anti-concepción y de interrupción (en los casos estipulados por la ley), son la verdadera respuesta.
Si en verdad se quiere un impacto social que repercuta en la seguridad de todos, es por medio de políticas públicas alrededor del bienestar, la educación y la salud de la gente, y eso incluye abordar la sexualidad humana, como humana, no como angelical. Es decir no bajo premisas utópicas de restricción, sino desde la educación y las alternativas.
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